Citic — Fundo Punta Callao

Codiseño e Interser

Citic
12 min readJul 20, 2021

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En citic proponemos que todo proyecto, todo espacio que realizamos es posible a través de un codiseño y proponemos que hacerlo asi no es azaroso o arbitrario.

Lo proponemos de esta manera porque en citic entendemos que los espacios que vivimos los generamos en nuestro vivir y convivir como seres humanos, en el lenguajear y en el conversar.

Cada elemento, cada objeto que conforma ese mundo es traido a la mano desde nuestra existencia en un fluir de coordinaciones recursivas de sentires, haceres y emociones que surgen de nuestra convivencia. En rigor, son interelementos, son interobjetos, solo pueden llegar a existir en una matriz biológica-cultural de la existencia, aunque los sintamos, imaginemos, pensemos o creamos cada uno. Más aún, ocurre que no vemos que nuestro propio yo surge de la misma manera. No vemos que la raíz colectiva de nuestra naturaleza, de un nosotros, queda oculta.

También ocurre que los distintos mundos que vivimos son a la vez distintos ámbitos de sentir, de pensar, y de hacer. Es decir, son distintos modos de convivir, esto es, distintos espacios.

Así, para nosotros, proponer el codiseñar se hace cargo de un entendimiento que reconoce que como observadores lo que percibimos es traido a la mano por nuestros actos de distinción en un vivir y convivir en el lenguajear y el conversar. Y como tal es una proposición reflexiva en un presente cultural en que no vemos que no vemos las raíces colectivas y amorosas de los mundos que vivimos.

Y como un acto poético reflexivo en citic reconocemos el amar como la emoción que guía nuestro ver desde un vernos interconectados en una matriz biológico-cultural del habitar humano.

Es decir, para nosotros, el codiseñar ocurre como una transformación de nuestra experiencia en la convivencia en el amar, en que se realiza un convivir en la confianza que deja aparecer la autonomía reflexiva y de acción en el respeto por sí mismo y por los otros, donde surgen y se conservan las ganas de conocer, entender, curiosear, jugar y vivir un espacio de convivencia social que espontáneamente genera, amplía y conserva el bienestar para uno mismo y para los otros en un ámbito de creación democrática y de abundancia ecológica.

Para explorar con profundidad los alcances de este proceso de transformación de nuestra experiencia en el amar compartimos con Ustedes una de las fuentes principales de nuestro entendimiento en citic, la Escuela Matriztica cofundada por Humberto Maturana y por Ximena Dávila a través de una hermosa entrevista dada por ambos a propósito de la Carta de la Tierra.

Esta transformación de la experiencia de las personas en el amar solo ocurre en el proceso de un conversar reflexivo sobre como habitamos nuestro vivir en el conversar. Para nosotros vivir en esta transformación es codiseñar.

Nosotros en citic pensamos, que en tanto la tarea central del codiseñar es “vivir la transformación de la experiencia de las personas en un convivir en bienestar y en abundancia ecológica”, el espacio de realización de un conversar reflexivo de esta naturaleza quiere regenerarse como un lugar hospitalario donde todas las preguntas son legítimas, donde no se tiene miedo a desaparecer en la colaboración y donde no se teme el cometer errores y se disfruta el jugar, abiertos al presente continuo cambiante donde ocurre el vivir.

Los objetos surgen así en el fluir de las coordinaciones de coordinaciones de haceres como configuraciones de coordinaciones de haceres que ocultan los haceres que coordinan. Los objetos son elementos operacionales que sólo tienen presencia en el fluir de las coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones que constituyen el espacio relacional del convivir en que surgen.

La naturaleza y el espacio de existencia relacional de los objetos está dado por el sentir o vivir sensorial de las personas que los generan en el presente histórico que viven.

“El sabor de una manzana… radica en el contacto de la fruta con el paladar, no en la fruta en sí misma; de manera similar… la poesía radica en el encuentro de un poema y el lector, no en las líneas de simbolos impresos en las páginas de un libro.” (Borges)

El presente histórico que se vive determina la naturaleza del espacio relacional en que surgen los objetos y el ámbito de sensorialidad en que existen.

Cada dimensión de recursión constituye un espacio potencial de objetos o entes de una cierta clase, que se vivirá o no como un espacio de vivir o convivir según se conserve el operar con ellos en el presente histórico que se viva.

Los distintos espacios relacionales y operacionales que viven las distintas clases de organismos, dependen de la forma de su corporalidad que define su identidad de clase como espacio de relaciones y haceres posibles.

En el caso nuestro, los seres humanos tenemos la corporalidad de Homo sapiens-amans, primates bípedos que existimos en redes de conversaciones que se entrelazan en el vivir como distintos espacios culturales que en su realización se entrecruzan en nuestra corporalidad.

Estos distintos espacios culturales surgen en el fluir del conversar en la conservación de distintos entes y objetos relacionales y operacionales.

Por esto existen distintas clases de objetos según el presente histórico del espacio operacional en que son distinguidos y la sensorialidad de los que los distinguen:

  • Externos e internos.
  • Concretos y abstractos.
  • Imaginarios y reales.
  • Verdaderos y falsos.
  • Existentes e inexistentes.

La conservación de un modo de vivir constituye siempre un espacio de distintas clase de objetos y entes que al surgir como configuraciones de coordinaciones de haceres y de emociones se viven como distinto espacios de realidad.

A continuaciñon un detalle recursivo de cómo surgen los interobjetos en nuestro vivir y convivir propuesto por el Dr. Humberto Maturana:

  • Los objetos no son en sí, sino que existen sólo en tanto un observador realiza la operación de distinción que los distingue y constituye en un espacio relacional.
  • La presencia de los objetos aparece en la modulación del curso que su distinción operacional trae consigo.
  • Nosotros los seres humanos podemos distinguir objetos o entes operacionales en el vivir de cualquier ser vivo como sucederes operacionales, pero sólo un ser que existe en el lenguajear puede hacer la distinción reflexiva y recursiva de los objetos y entes que surgen en su convivir en el conversar.
  • Aun cuando la existencia de las distintas clases de objetos implica distintas sensorialidades en el o los observadores que los distinguen, la operacionalidad que los constituye ocurre en todos los casos de la misma manera. Esto es, los objetos ocurren como flujos de cambios de relaciones de actividad en el operar del sistema nervioso como red cerrada de cambios de relaciones de actividad en si mismo.
  • Debido a su intersección estructural con las superficies senso-efectoras del organismo, el fluir de cambios de relaciones de actividad en el sistema nervioso da origen en el organismo a diferentes cursos de correlaciones senso-efectoras que resultan operacionalmente distintos en su espacio relacional al participar en distintos cursos conductuales en su espacio de interacciones.
  • Cuando esto ocurre en el fluir del lenguajear, surgen en las coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres distintas clases de vivires y convivires, y con ello distintas clases de objetos Los objetos surgen en el lenguajear como coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres que ocultan los haceres que evocan. Un observador dirá que una persona ha distinguido un objeto externo a su operar cuando las coordinaciones de coordinaciones de haceres que constituyen al objeto involucran la sensorialidad de lo que él o ella ve como la superficie corporal de la persona que hace la distinción.
  • En la distinción de un objeto externo, la persona que hace la distinción trata al objeto externo como si este fuese desde sí distinguible por cualquier otra persona.
  • Un observador dirá que una persona ha distinguido un objeto interno a su corporalidad anatómica o psíquica cuando las coordinaciones de coordinaciones de haceres que constituyen a dicho objeto involucran la sensorialidad interna con respecto a lo que él o ella ve como la superficie corporal de la persona que hace la distinción.
  • En la distinción de un objeto interno, la persona que hace la distinción experiencia al objeto interno como si este no fuese en sí distinguible por otras personas aunque éstas participen en el fluir de coordinaciones de coordinaciones de haceres que lo constituyen.
  • En la distinción de si mismo el “sí mismo” surge como un objeto o ente relacional de la misma manera que surgen todos los entes u objetos en el vivir y convivir en el conversar como un fluir de coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales en las interacciones recursivas de coordinaciones de los haceres de la convivencia.
  • Del mismo modo que surge una pelota como un fluir de coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales, surgen la nariz, las manos, la lengua, … el cuerpo, … y el yo. No como ensíes, sino que como coordinaciones consensuales de operaciones en el conversar de la convivencia.
  • La autoconciencia y la consciencia de la consciencia de sí, surgen espontáneamente en el conversar como un resultado del operar en la caricia y el placer de la cercanía corporal en la expansión de la conservación transgeneracional al surgir el convivir en el conversar, con el surgimiento de la familia .
  • En la distinción de si mismo el “sí mismo” surge como un objeto o ente relacional de la misma manera que surgen todos los entes u objetos en el vivir y convivir en el conversar. Esto es, el sí mismo de la auto-consciencia o consciencia de sí, surge como un fluir de coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales en las interacciones recursivas de coordinaciones de los haceres de la convivencia.
  • Del mismo modo que surge una pelota como un fluir de coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales, surgen la nariz, las manos, la lengua, … el cuerpo, … el yo … el sí mismo, … no como ensíes, sino que como coordinaciones consensuales de operaciones de coordinaciones recursivas de haceres consensuales en el conversar recursivo de la convivencia.
  • En fluir del convivir con coordinaciones de haceres consensuales que constituyen distinciones recursiva de sí mismo, pronto o tarde surge el observador, y con él o ella surgen un mundo de reflexiones y explicaciones del vivir abierto a una expansión infinita.
  • La gran dificultad para comprender la naturaleza de nuestro operar como seres auto-conscientes, esto es, en el conocimiento de sí mismo, ha estado en pensar que el acto de conocer y el lenguajear, consisten en operaciones de descripción y señalización de objetos o ente que se suponen existen con independencia del observador que los describe o señala.

Cuando el observador se da cuenta de que los actos de conocer y de lenguajear consisten en operaciones de coordinaciones de coordinaciones de haceres, y se da cuenta de que los objetos y entes distinguidos no existen desde sí, sino que son modos de operar en la convivencia, se puede dar cuenta también de que la autoconsciencia o distinción de sí mismo ocurre como un fluir relacional en el convivir y no como la distinción de un en sí o como un operar particular del sistema nervioso.

Por último, el observador se da cuenta también de que la dinámica relacional y la operacionalidad que hacen posible la sensorialidad de la consciencia de sí mismo o autoconsciencia, sólo pueden ocurrir en el convivir en el conversar.

La posibilidad de la autoconsciencia o consciencia de sí, en el espacio de la biología del amar constituye la posibilidad de la conducta ética, y la hace inevitable si no hay una teoría que niegue la biología del amar.

Para una mirada coherente con nuestro entendimiento del amar les compartimos aquí dos miradas distintas, desde la ciencia y desade la espirituaidad, a través de dos evocadores videos: uno del Dr. Humberto Maturana y otro de Tich Nath Hanh.

Los seres humanos somos conscientes y autoconscientes al existir como personas conviviendo con otras personas en el lenguajear y el conversar en una dinámica reflexiva recursiva.

Las orientaciones relacionales que surgen en el fluir de nuestro conversar reflexivo desde nuestros sentires íntimos y no desde alguna circunstancia operacional y relacional particular que vivimos, nos aparecen como novedades intrínsecas o actos creativos que surgen desde un mirar y un ver en un espacio de coherencias sensoriales, operacionales y relacionales que no podemos describir, pero que modula nuestro actuar en la forma de deseos, preferencias o gustos inconscientes que se viven en el hacer consciente.

Es este espacio de coherencias operacionales intimas el que en ocasiones sentimos se llena de armonía y se hace accesible a nuestro hacer y pensar consciente o inconsciente cuando nos deslizarnos en el convivir en la conservación del bienestar sin prejuicios o expectativas, lo que como señalaban Humberto Maturana y Thich Nhat Hanh aprendemos a vivir y conservar si vivimos en el espacio relacional que constituye el amar.

Es decir, cuando nos encontramos en la espontaneidad de la dinámica del convivir humano que el amar trae consigo, sin las expectativas, sin las exigencias y sin los prejuicios, nos abrimos a la posibilidad de un ver que nos puede mostrar las matrices sensoriales, operacionales y relacionales de los interobjetos (incluidas nuestra conciencia y nuestra autoconsciencia) que surgen de nuestra interconexión con todo lo existente en nuestro nicho y que constituyen, de hecho, el continuo presente cambiante de la realización nuestro vivir.

El amar es entonces, la condición de posibilidad de un ver sistémico u holístico, precisamente porque consiste en eso, en dejar aparecer la espontaneidad de todo suceder en la espontaneidad del placer biológico del disfrute de la compañía del otro o de la presencia de lo otro en el vivir y convivir.

Bienestar en el placer de la cercanía corporal del convivir con todo lo vivo que ha surgido en la espontaneidad de la deriva evolutiva de los seres vivos al conservarse el vivir en el convivir y coexistir desde nuestros orígenes.

Podemos asi también, ser conscientes de que los seres humanos no estamos atrapados en un futuro determinado por un proceso de selección natural competitiva de los seres mejor adaptados a un medio que cambia independientemente.

Todos los seres vivos vivimos en una unidad ecol+ogica organismo-nicho siguiendo el camino en el que nos sentimos conservando nuestro bienestar.

En nuestro caso, como seres humanos, podemos elegir conscientemente el camino que seguimos en la conservación de nuestro vivir, y somos, por tanto, responsables de lo que elegimos.

En estas circunstancias nuestra pregunta fundamental es, si queremos vivir juntos, si queremos coexistir, si queremos convivir.

De una manera poetica y espiritual Thich Nhat Hanh maestro budista vietnamieta lo describe así:

“Si eres un poeta, verás claramente que hay una nube flotando en esta hoja de papel…

Sin una nube, no habría lluvia; sin lluvia no podrían crecer los árboles; y sin árboles no podríamos hacer papel. Esa nube es esencial para que el papel exista. Si la nube no está ahí, el papel tampoco puede existir. Así que podemos decir que la nube y el papel “interson”.

Interser es una palabra que no está todavía en el diccionario, pero si combinamos el prefijo “inter” con el verbo “ser” tenemos un nuevo verbo, interser. Decíamos entonces que sin una nube no tendríamos hoja de papel, por lo que podíamos decir que “interson”.

Ahora, si miramos esta hoja de papel aún más profundamente, podemos ver la luz del sol en ella. Si la luz del sol no está ahí, el bosque no puede crecer. De hecho, nada puede crecer. Incluso nosotros no podemos crecer sin la luz del sol. Y así, sabemos que la luz del sol está también en la hoja de papel. La hoja de papel y la luz del sol interson. Y si continuamos mirando, podemos ver al leñador que cortó el árbol. Y vemos el trigo. Sabemos que el leñador que corto el árbol no puede existir sin su pan de cada día, y por lo tanto el trigo que se convirtió en su pan también está en la hoja de papel. Y así también su madre y su padre. Cuando miramos as,í nos damos cuenta de que sin todas estas cosas, la hoja de papel no puede existir.

Mirando aún con mayor profundidad, vemos que nosotros también estamos en ella. Esto no es difícil de ver, porque cuando miramos una hoja de papel, forma parte de nuestra percepción. Tu mente está aquí y la mía también. Así que podemos decir que todo está aquí en esta hoja de papel: el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales de la tierra, el sol, la nube, el río, el calor. Todo coexiste con esta hoja de papel. Es por ello que creo que la palabra “interser” debería estar en el diccionario. “Ser” es interser. No puedes ser por ti mismo; tienes que interser con todas las demás cosas. Esta hoja de papel es, porque todo lo demás es.

Supongamos que tratamos de regresar uno de los elementos a su origen. Supongamos que regresamos la luz al sol. ¿Crees que esta hoja de papel sería posible? No, sin la luz de sol nada puede ser. Y si regresamos al leñador a su madre, tampoco tenemos papel. El hecho es que esta hoja esta hecha sólo de elementos que no son papel. Y si regresamos estos elementos a sus orígenes, no puede haber papel del todo. Sin los elementos que no son papel, como la mente, el leñador, la luz del sol, no habrá papel. Así de delgada como es, esta hoja de papel contiene todo el universo”.

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